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Recordando a mi Profesor : Ingeniero Victorio Urciolo

Publicado en La Voz del interior
Impresa | Suplemento Temas CBA | MIE 18 JUL | 19:2819:28

El estado provincial en tiempos de don Amadeo

Se cumple medio siglo de la muerte de Amadeo Sabattini, quien gobernó la provincia con austeridad y progresismo.
Raúl Faure Abogado

Cuando falleció, el 29 de febrero de 1960, Amadeo Sabattini ya había sido reconocido como uno de los más honrados y progresistas gobernadores de nuestra provincia. No fue una consagración canónica. Ese mismo día, su rival en los comicios de 1935 remitió condolencias a sus familiares. José (Tito) Aguirre Cámara no utilizó, para ello, palabras convencionales.

Fiel a su estilo directo, redactó este texto conmovedor: "Me inclino respetuoso ante los restos mortales de Amadeo Sabattini, mi adversario político de siempre y con quien sostuve, entre otros episodios de pasiones candentes, aquella puja electoral memorable en la que él fue victorioso.

"Su muerte es una pérdida para la República. Poseía innatas condiciones de conductor de masas, fue un gobernador respetuoso de los derechos humanos y vivió en el poder y fuera de él, lejos del sibaritismo que amengua la fuerza, la libertad y la autoridad de las figuras representativas".

Antes, en 1945, nada menos que Ramón J. Cárcano, cofundador del Partido Demócrata y dos veces gobernador ("Mis primeros 80 años"), había elogiado su obra de gobierno destacando, especialmente, "el sentido social que le imprimió".

El juicio histórico, en este último medio siglo, confirmó esa opinión. Si se tiene en cuenta el contexto histórico en el que le tocó gobernar (1936-1940), su obra se agiganta.

A sólo dos meses de haber asumido sus funciones se produjo la agresión fascista que desató la dolorosa guerra civil en España y el final de la República. Y cuando cumplió su mandato, habían transcurrido nueve meses desde el estallido de la Segunda Guerra.

En esos duros cuatro años Sabattini se consagró a darle respetabilidad al Estado como garante del interés gene ral.

Bajo ninguna circunstancia consintió convertirlo en asilo de consultores, comisionistas o influyentes ávidos de ganancias personales.

Ante todo, la austeridad. Organizó una administración austera en la que sólo tuvieron cabida los verdaderos servidores públicos, quienes consintieron la reducción de sus sueldos. Según los niveles, los agentes públicos aportaron entre el 4 y el 10 por ciento de sus ingresos para financiar la obra pública, en especial, la obra hidráulica.

Contemporáneamente, la Legislatura aprobó el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo, plasmado en la ley 3.735, disponiendo que todos los gastos requeridos en el futuro para ejecutar obras públicas sólo podían afrontarse con recursos genuinos, con lo que de este modo se consagró la regla de oro de todo gobierno sensato.

Sabattini retomó la bandera que izó el gobernador Juárez Celman en 1883 -"en cada quebrada un embalse"- y creó la Dirección Provincial de Hidráulica, a cuyo frente designó a la máxima autoridad de la materia, el ingeniero Victorio Urciolo, profesor de nuestra Facultad de Ingeniería.

Sin necesidad de requerir servicios de consultoras ni contraer deudas, el Estado proyectó y controló la construcción de los grandes diques: la ampliación del viejo San Roque, y el de Cruz del Eje y La Viña, y de los embalses de San Jerónimo y Los Alazanes, en las serranías.

Fue su gobierno el que inició el trazado de las rutas que pondrían fin al aislamiento de las vastas regiones del sur: Villa María hacia La Carlota y Laboulaye y Villa María hacia Río Cuarto y Huinca Renancó; se erigieron edificios monumentales para escuelas y hospitales y se perforaron decenas de pozos para dotar de agua potable a las poblaciones del norte y del oeste.

Decretó la prohibición de enajenar las tierras públicas, fomentó la producción agroindustrial y canceló los permisos otorgados a particulares para la explotación de canteras de minerales estratégicos.

Redujo los gravámenes sobre el trabajo y el consumo popular e innovó en materia tributaria aplicando impuestos progresivos sobre las tierras ociosas y los latifundios. A los vecinos otorgó los derechos de iniciativa, referéndum y destitución, con lo que amplió la autonomía otorgada a los municipios por la Constitución de 1923, e hizo sancionar el primer Código de Procedimiento Penal, que en América latina estableció el juzgamiento oral de los delitos poniendo fin al sistema inquisitorial que se venía aplicando desde la colonia.

La escuela pública fue protegida como un templo, y, en épocas de vetustos prejuicios sociales, construyó el Hogar de Menores Madres para protegerlas, inspirado en el cristiano concepto "la maternidad jamás es una vergüenza".

Se creó el Instituto Pedagógico, bajo la conducción del ilustre Saúl Taborda, cimiento de la célebre Escuela Normal Superior, inaugurada en 1942, cuyo plan de estudios fue el más avanzado de América latina.

Su continuador, el gobernador Santiago H. de Castillo (1940-1943), mantuvo el rol de ese Estado democrático e innovador. Su gobierno fue intervenido por las autoridades surgidas del golpe de junio de 1943, con lo cual se interrumpió la más valiosa contribución política e institucional que hizo el radicalismo a nuestra provincia.

A partir de esa época comenzó el proceso de descomposición que terminó poniendo de rodillas al Estado ante los reclamos corporativos y las imposiciones del poder central. Ese golpe militar-clerical (como lo definió Sabattini) suprimió la ley 1.420 cediendo el gobierno de la educación a sectores vinculados con la Iglesia.

Desde 1966 se inició la etapa de reconocimiento de los gremios constituidos por los agentes públicos conducidos, generalmente, por dirigentes designados a perpetuidad.

Beneficiados con el otorgamiento de canonjías antirrepublicanas, los gremios instalaron dentro del Estado un poder faccioso e indiferente ante las penurias del tesoro público, y lograron que se les transfiriera el dominio de valiosos inmuebles propiedad del Estado. Hasta utilizaron la administración pública para sus lucrativas actividades financieras a través del descuento por planillas de los préstamos efectuados a sus afiliados y decidían, inapelablemente, cuándo se impartía enseñanza a los alumnos y cuándo se curaba a los enfermos.

El regreso de la democracia. Al asumir las autoridades elegidas en los comicios de 1983, esas estructuras estaban consolidadas. Y una y otra vez demostraron su poder recurriendo al paro, la huelga y hasta el innoble sabotaje para paralizar o interrumpir los servicios públicos, en procura del otorgamiento de mayores beneficios. Aún presentes en la memoria colectiva los hechos de violencia cometidos entre 1973 y 1976 y la cruel represión de la dictadura militar, se hicieron los máximos esfuerzos para preservar la paz social pagando el elevado costo de ceder cada vez más a las exigencias corporativas.

El Estado se fue deslizando en la pendiente, autolimitándose en el ejercicio de sus facultades constitucionales y consintiendo asumir la condición de empresario al sancionar en el año 1994 la ley 8.329, que obligaba a los tres poderes a celebrar negociaciones con los sindicatos para fijar condiciones de trabajo y monto de las remuneraciones.

He tratado de trazar, en pocas e incompletas líneas, el perfil de aquel Estado prestigiado por la honradez de sus gobernantes y sostenido por el acatamiento a los preceptos constitucionales y la defensa inclaudicable del interés general para que se comprendan las diferencias con el actual Estado, convertido en factoría de intereses corporativos.

Las innovaciones tecnológicas y científicas, en todos los órdenes, modificaron hábitos, criterios y hasta los valores de la población.

Seguramente, para las nuevas generaciones ese Estado democrático del período 1936-1943 no pasa de la categoría de pieza arqueológica, de monumento de la antigüedad.

Pero hay un hecho incontrastable. Aquel Estado acompañó a una sociedad altiva y laboriosa. El actual, en cambio, sin autoridad ni rumbo, desfallece sobre una muchedumbre desvalida, abandonada, resignada y melancólica.
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1 comentario:

  1. El Ingeniero Urciolo, fue mi profesor de Análisis Matemático II, y cuando nos enseñaba a resolver las integrales dobles de campo, nos comentó que cuando él había calculado el dique La Viña, había usado esas integrales y nos explicó como las había usado.-Yo, que hoy tengo 66 años, y en ese entonces tenía 19, me sentí realmente orgulloso de que me estuviera enseñando alguien que había utilizado la herramienta que estaba intentando aprender a usar.-Además, hablaba con tanta humildad, que hasta hoy tengo la imagen del ingeniero explicando temas difíciles, con naturalidad, que expuestos por él, resultaban fáciles.-Era imposible no aprender, con alguien como él enseñándonos.-

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