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lunes, 14 de julio de 2014

¡A pensar en el pan, que ya se acabó el circo!

Felizmente ya dejamos de correr detrás de una ilusión creada, que no merece ni una sola de nuestras lágrimas.

 Argentinos, brasileños, colombianos, chilenos, latinoamericanos en general: concentrémonos en los problemas reales y olvidemos nuestros supuestos fracasos de un circo que nos fue impuesto usando todos los métodos de marketing posibles.

Nuestros pueblos van a ser más felices comiendo todos los días, que festejando durante algunas horas triunfos vacíos de contenido real.

Nuestra gente necesita alimentarse, beber agua potable, educarse y ese debe ser nuestro objetivo. Dios no nos perdonará si perdemos tiempo en luchar por esos objetivos con la escusa de que estamos tristes, por perder un partido de fútbol. Y no nos perdonará porque nos ha dotado de un cerebro, que si resolvemos usarlo, nos permitirá ver lo ridículo que es estar triste por perder un juego, porque de eso se trata: de un juego, solamente.

Ninguno de nuestros problemas reales han cambiado después del mundial de fútbol. Están en el mismo lugar, esperando que los resolvamos. La distracción de este mes, que ya pasó, solo sirvió para atrasar su resolución y para gastar gran parte de nuestra energía en peleas estúpidas entre nosotros.

Si observamos concienzudamente lo que este mundial nos dejó, veremos que consiste en deudas basadas en objetivos mayoritariamente innecesarios, muertos en accidentes, aumento de las emisiones de CO2 de una manera descomunal y una efímera alegría cuando nuestro equipo consiguió vencer a su rival, con el agravante que para lograr esa “alegría”, cuando ganamos, fue a expensas de otras personas, que tuvieron que soportar la tristeza de perder.

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